lunes, 9 de noviembre de 2009

palacio de cristal

Se había acostumbrado a mirar a la gente desde las alturas, su profesión le había llevado a lo más alto, y desde allí miraba a todo el mundo con desdén, con el aire que se dan las personas importantes.

Hace un par de años ella no era así, ella era una normal, que hacía su vida normal, soñaba con convertirse en una supermodelo, pero esos sueños siempre los compartía con su novio, que también soñaba, pero éste lo hacía con convertirse en una estrella de la música.

Siempre decía que alcanzar su sueño no le cambiaría, que siempre tendría cerca a la gente que quería.

Pero esas palabras se las llevó los artículos que las revistas de moda le dedicaron como la gran revelación de una semana de la moda.

De la noche a la mañana su vida dio un giro radical que la elevó al olimpo de las modelos, al escaparate donde todo el mundo parecía decir: “mírame pero no me toques”.

En todo este tiempo se había olvidado de las palabras que le había repetido al que había sido su novio. Se había olvidado de todo el mundo que la rodeaba cuando solo era una chica soñadora.

Había olvidado a aquel muchacho que siempre le guardó un rincón de su corazón, aún pasado todo ese tiempo.

Desde las alturas hacía caso omiso a las cartas que el muchacho le mandaba cada semana. Enseguida lo vio como algo accesorio a su fama, como algo normal. Era una superestrella y tenía admiradores.

Todo el tiempo que pasó y el muchacho no dejó de escribirle una carta cada semana, mientras luchaba por su sueño. Si hubiera leído las cartas ella estaría al tanto de los avances del chico.

Al año de que ella dejara su mundo para elevarse a las alturas de los famosos, le llegó su gran oportunidad, alguien había oído su maqueta y le había ofrecido la grabación de un primer disco.

Su primera canción sonó en todas las radios y la gira fue un autentico éxito.

El no daba crédito a todo lo que le estaba pasando y a la primera persona que se lo contó fue a ella. Ni siquiera sus padres se enteraron antes que ella. Al menos esa fue la intención del muchacho.

Hacía tiempo que ella había subido a un altar pero no había sido consciente de ello.

Pero el destino suele guardarse ases en la manga, lecciones que te marcan de por vida y a la joven modelo le tenía una que no iba a olvidar nunca.

Una entrega de premios musicales iba a ser el marco donde la modelo recibiría su lección.

Allí ellos dos se iban a encontrar después de dos años.

Ella no le reconocía, había borrado de su mente todo lo que estuviera relacionado con su pasado.

Él la seguía amando como cuando ella emprendió el vuelo en su carrera, en el suelo. El suelo que miraba desde la cima.

Enseguida quisó conocerle, era el músico de moda, el triunfador de la noche. Decidió acercarse a él.

El encuentro fue la situación más embarazosa a la que él tuvo que hacer frente en toda su vida. Después de dos años tenía en frente a su amada, a la persona que había ignorado cada una de las cartas semanales que le había escrito.

Y allí la tenía, altiva, coqueteando con él, como si se acabaran de conocer. Él la miro a los ojos, sintiendo que su corazón aún latía por ella, pero sintiendo en su piel cada uno de los desprecios que le hizo, cada carta ignorada, cada mensaje no respondido, y le dijo: “Soy el mismo al que mirabas con desprecio desde tu palacio en las alturas”. Y, a continuación se marchó de su lado.

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