viernes, 2 de mayo de 2008

se acabaron las lágrimas

Por fin había encontrado el valor suficiente para hacer algo que tenía pendiente desde hace dos meses. Desde el momento en que vio como se abría ante ella un futuro, un futuro negro, y desde ese momento había decidido que no iban a haber segundas ni terceras oportunidades.

El mayor problema fue encontrar el valor, lo importante es que éste por fin había parecido responder a la llamada de la libertad.

Se acabaron las lágrimas pensó esa misma mañana y bajó a la farmacia de al lado de su casa. La joven dependiente se alegró mucho de verla, ya que desde que estuvo ingresada había evitado salir a la calle. No quería ser observada por todo el barrio, ni ver como era la comidilla de todas las cotillas.

Compró una caja de somníferos, la joven, en un principio, se negó a dárselos porque necesitaba la consabida receta, pero ella no se amilano y le contó su plan. Le dijo que los iba a usar para dormir a su marido. Para que cayera redondo a la hora de la cena. Que tenía las maletas hechas y que se iba a ir de allí. Que no tenía fuerzas para aguantar una sola paliza más.

La joven farmacéutica le dio una caja asegurándole que el efecto sería inmediato.

Estaba decidido.
Mientras preparaba la cena para su pesadilla hecha carne leía el prospecto del medicamento, intentaba dilucidar la cantidad de somnífero que iba a tener que usar. Cuando lo encontró echo en la olla la cantidad especificada y terminó de cocinar.

Esa noche se iría de allí lejos. Tan lejos que él no iba a poder encontrarla. Y además le tenia preparada una carta para se encontrara con la realidad, para que supiera que le abandonaba por ser un cabrón, la misiva iba con sorpresa ya que se había decidido a denunciarle por malos tratos.

Le había costado encontrar el valor para hacer todo eso, pero por fin este había llegado. Realmente no le importaba porque había tardado tanto, lo importante es que por fin lo tenía.

Y no había marcha atrás. Desde hace dos meses, cuando estuvo ingresada por la última paliza que le pegó era consciente de que tenía que salir de allí. Que tenía que escapar.

Y lo iba a hacer, las maletas esperaban en el cuarto a que las recogiera para salir corriendo.Nadie le iba a hacer cambiar de opinión. Ni siquiera él con sus eternos lo siento y sus lágrimas, que por otra parte eran lagrimas de cocodrilo.

Cuando el llegó la mesa estaba puesta y la cena a punto de ser servida, el la miró con una especie de sonrisa en la cara. Ella espero a que el terminara de cenar, como siempre, para empezar a cenar ella. No ingirió ni un gramo de comida.
No tenía que disimular ante él que ya se había ido al salón a ver el fútbol. Tardó cinco minutos en levantarse y asomarse para comprobar que estaba profundamente dormido.

Se fue a su cuarto, cogió las maletas y se fue hacia la puerta. Se volvió al salón, casi se olvidó de dejarle el sobre en la mesa.

En el sobre se leía: “Se acabaron las lágrimas”.




inspirada por el tema de Huecco con Hanna

2 comentarios:

andreuchi dijo...

No está mal. No sé porque te habrás decidido a escribir sobre este tema...pero ojalá que la realidad, por lo menos con este tema, fuera así.

Un beso!

mirenjosune dijo...

¡Desgarrador testimonio de un tema, por desgracia, demasiado frecuente!
Esperanzadora resolución del conflicto, ¡así fuesen todos los finales!
Gracias.

 
Free counter and web stats Creative Commons License
sebe dice by Sergio Ballestero is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 España License.